Resiliencia al cambio: Las dos pandemias que afrontan los vendedores de periódicos en la Cdmx
- Aura Andrea Reyna Macías
- Jul 2, 2021
- 11 min read
Creado por Elizabeth Hernández, Alberto Figueroa, Alexis Galeana, Gabriela Pichardo y Aura Reyna.
Sentada bajo la sombra de su puesto de periódicos sobre la calle Bucareli, Lidia Higuera, voceadora desde hace 30 años y madre de dos hijos, espera la llegada de clientes para juntar los poco más de 100 pesos que gana al día desde la llegada de la pandemia de COVID-19 a México. A veces le compran cigarros, dulces o refrescos, y en pocas ocasiones le piden un ejemplar o dos de El Universal o El Gráfico. El tiempo de su jornada laboral disminuyó en los últimos meses ante la falta de clientes. Esta es la realidad de muchas y muchos vendedores de periódicos en la Ciudad de México durante la pandemia.

Lidia Higuera en su puesto de periódicos y revistas sobre la calle Bucareli.
De acuerdo con la Unión de Expendedores y Voceadores de los periódicos de México, de 6 mil 500 puestos de periódicos que existen en la Ciudad de México y la zona Metropolitana, alrededor de mil 500 cerraron debido a la pandemia. Los otros 5 mil voceadores restantes no pararon en su labor, pero sufrieron un contagio de bajas ventas, deudas e incertidumbre, pues durante los meses más críticos de la pandemia “vendían entre 80 y 100 pesos a lo mucho” diariamente, explicó Ernesto García García, Secretario del Exterior de la Unión de Voceadores.
A pesar del poco dinero que ganaba como voceadora, Lidia no pudo dejar de trabajar aún con el miedo que le causaba formar parte de uno de los 113 mil 543 contagiados, o todavía peor, uno de los 105 mil 904 decesos por COVID-19 en la Ciudad de México. “Yo trabajo en otra cosa, porque pues esto no da mucho dinero”, comentó la voceadora Lidia, quien además de ser empleada doméstica, vende productos de AVÓN.
El caso de Juan Martínez (llamado así para cuidar su identidad), voceador de 47 años, es similar al de Lidia, pues gracias a las bajas ventas en su puesto de periódicos ubicado en Avenida Chapultepec, tuvo que buscar un segundo empleo. “Ahora, con decirte que tengo uno de cada uno (ejemplares) y al día vendo nomás dos o tres periódicos. Y mi otro trabajo lo tuve que conseguir porque ahorita la situación no está dejando así al cien por ciento, entonces tienes que ver el modo de abrir tu negocio y trabajar por otro lado”, dijo Juan.
Las bajas ventas y las regulaciones del gobierno fueron los principales motivos por los que algunos vendedores de periódicos redujeron su jornada laboral durante la pandemia. “Antes abría como a las 8 ó 9 de la mañana, y ya después de la pandemia vine abriendo como a las 10 de la mañana. No había gente, bajó muchísimo” mencionó Lidia Higuera.
Entre cubrebocas y periódicos
“En el Centro Histórico nos cerraron como 150 puestos por sus calzones”, comentó Ernesto García haciendo referencia al protocolo “Quédate en casa” que también fue aplicado por el gobierno de la Ciudad de México a los voceadores, durante el inicio de la pandemia. Fueron 150 puestos cerrados en contra de la voluntad y la necesidad de aquellos voceadores que trataban de sobrevivir a dos pandemias: la de COVID-19, y la de las bajas ventas en sus puestos.
Pero poco a poco las cortinas de los puestos abrieron, y los titulares del día, que plasmaban nuevas cifras de contagios y fallecimientos por COVID-19 en México, volvieron a ser visibles, aunque por menos tiempo del que se acostumbraba hasta antes de la pandemia. “Hubo una pelea en un decreto que decía que los voceadores eran comercio de barrio y podían abrir, pero aún así nos mandaron de 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde”, dijo Ernesto García.
Con gel antibacterial y un cubrebocas como parte de su uniforme diario de trabajo, las y los vendedores de periódicos de la Ciudad de México se protegieron no solo del COVID-19, sino que también de posibles problemas con las autoridades de sus respectivas alcaldías por no cumplir con las medidas de prevención de dicho virus. “Nos dijeron en la Unión (de voceadores) que tenemos que usar el cubrebocas y tener gel antibacterial para que no nos diga nada la alcaldía”, mencionó el voceador Juan Martínez, quien aseguró no creer en la pandemia, pero respetó las medidas de prevención para no recibir algún regaño.
Sin consumidores, no hay negocio
De acuerdo con el presidente de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México, Nathan Poplawsky, 40 mil negocios tuvieron que cerrar con el semáforo epidemiológico en rojo, además de que más del 50% de las empresas optaron por el trabajo desde casa. Ambos factores desencadenaron poca afluencia en las calles de la Ciudad de México, afectando a varios negocios que operan en la vía pública, como es el caso de los puestos de periódicos.
A pesar de que la venta de revistas y periódicos fue actividad esencial durante el semáforo rojo de la emergencia sanitaria, es decir, que nunca detuvieron sus actividades, el negocio no era rentable para muchos voceadores. De acuerdo con el periodista Juan Carlos Zavala, las ventas de los voceadores se redujeron en un 80% en comparación con lo que vendían antes de la pandemia.
“Antes de la pandemia ganaba entre mil 500 y 2 mil pesos diarios. Cuando inició la pandemia vendía 100 ó 200. Nada más sacaba para el camino y para comer. Ahorita mi ingreso es de 500 ó 600 por periódicos y dulces”, comentó Carlos Tapia, dueño desde hace 40 años de un puesto de periódicos en la esquina de Reforma y la calle Amberes.
Además, los problemas económicos por los que atravesó la población mexicana potenciaron la disminución en los ingresos de los vendedores, debido a que los transeúntes no podían comprar el periódico y otros artículos de los puestos como lo hacían antes de la pandemia.
“Desde que estamos en semáforo verde viene mucha gente, pero ya no gastan ni un peso, antes sí, bastante. La gente ahorita está temerosa porque puede llegar la tercera o la cuarta ola (de COVID-19), y está ahorrando hasta su último peso. Mucha gente compraba cigarros, ya no, tengo clientes que hasta han dejado de fumar”, mencionó Carlos Tapia.
El otro golpe a los periódicos: la digitalización
Lo que parecía un negocio inestable debido a la pandemia, ya había perdido protagonismo desde 15 años atrás con la digitalización masiva de la información. “Antes salían los papás con los niños y les daban un jalón para comprar una revista de esas de Walt Disney, ahora salen los papás con los niños y van con el celular en la mano, hasta se van tropezando. Fue un gran cambio en cuanto a la venta de periódico y de revista”, añadió Rafael Guerrero de 70 años, trabajador en un expendio de periódicos sobre la calle Artículo 123.

Rafael Guerrero, trabajador en un expendio de periódicos sobre la calle Artículo 123.
De acuerdo con la encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicada en abril de 2021, el porcentaje de lectores de revistas y periódicos digitales registró un aumento a comparación con los datos de 2016, pasando de un margen de lectores del 5.6% a 21.3%
Asimismo, la publicidad de periódicos impresos comenzó a caer a un ritmo anual del 3% desde que alcanzó su máximo histórico en 2014, sin embargo, la pandemia propició la pérdida de un cuarto de su valor para las compañías. Ahora aportará apenas 2 de cada 10 pesos a los periódicos.
De acuerdo con los pronósticos de la consultora PwC México, en 2020 la publicidad impresa de los periódicos caería en un 20%, como consecuencia de las afectaciones económicas resultantes de la pandemia. En cambio, la publicidad digital de las versiones web de los periódicos crecería en un 13%.
“Poco a poco, como se preveía, la mayor parte de los periódicos serán solamente digitales. Lo que la pandemia vino a hacer es acelerar este proceso”, añadió Juan Larrosa, profesor investigador del Iteso y coordinador de Etius Observatorio de Comunicación y Cultura.
Si bien, la digitalización de la información representó una desventaja para el formato impreso y, por lo tanto, para los voceadores, este continúa siendo predominante. Según la misma encuesta del INEGI, el 78.1% de la población alfabeta de México lee periódicos impresos, y más del 70% de lectores de revistas y libros siguen prefiriendo el papel.
Aún con esto, los voceadores se vieron en la necesidad de optar por otras alternativas para obtener ingresos: conseguir trabajos externos e incluir cada vez más productos para completar los ingresos como botanas, refrescos y cigarros sueltos.
Por su parte, la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México también se vio perjudicada en lo que se refiere al personal. ‘’Este edificio llegó a tener más de 70 empleados, ahorita sólo hay 13 porque ya todo lo tenemos en digital. En la Unión, al igual que en todas las empresas, ya todo es digital”, confesó Ernesto García.
La resiliencia de los puestos de periódicos
Al comienzo de la pandemia, se publicó un decreto en el Diario Oficial de la Federación que establecía que se evitara “la asistencia a centros de trabajo a adultos mayores de 65 años”, lo que modificó la forma de trabajo de voceadores, despachos y expendios. El Secretario del Exterior de la Unión comentó que del 100 por ciento de los voceadores, el 60% se trataba de gente de la tercera edad y el 50% de ellos tenían enfermedades crónico degenerativas. “En los expendios la gente se rolaba, mitad y mitad, pero el 70% de los voceadores dejó de acudir a estos, y pues ahí se nos fue la economía para abajo”, comentó Ernesto García.
"Sí hay un cierre de puestos debido a la pandemia por lo mismo de que hay muchas personas adultas y la misma delegación mandó a su gente a que personas de la tercera edad dejaran de trabajar”, comentó Jaime Gálvez, dueño de un expendio de periódicos sobre la calle Artículo 123.
Carlos Tapia de 60 años es la excepción, forma parte del 60% que comenta Ernesto y sólo pudo cerrar durante 15 días al inicio de la pandemia, puesto que en ese tiempo no hacía más que salir y entrar de casa. “¿Te imaginas?, te vas a tu casa, te vuelves pasita y te mueres”, admitió.

Carlos Tapia en su puesto de periódicos ubicado en la esquina de Reforma y la calle Amberes.
También hay casos como el de Sergio López, de 21 años, vendedor de periódico desde los 12 años, renta por mil 800 pesos semanales, un puesto de dos metros por uno cerca del metro Miguel Ángel de Quevedo. En contraste con la situación de Lidia, Sergio López tuvo que cerrar el puesto por un mes. A pesar de contar con ahorros, consideró que fue la peor racha que ha tenido desde que comenzó a trabajar.
“Ahorita en la pandemia cuando tuve que cerrar, me tuve que acoplar. De hecho, tuve que vender varias colecciones a través de plataformas digitales, es de donde me estuve agarrando mucho tiempo, estuvo bastante difícil pero aquí estamos” comentó Sergio, quien en ocasiones debía sacrificar parte de su sueldo para poder cumplir con las obligaciones que tenía con su jefe.
Carlos y Sergio se han adaptado de formas diferentes, sin embargo, los dos comparten, junto con los demás voceadores, el hecho de que la venta de cigarros representa un gran porcentaje de sus ganancias diarias mucho antes de la pandemia.
Tanto así, que diariamente se arriesgan a vender este producto a pesar de que la Ley General para el Control del Tabaco prohíbe la venta de cigarrillos sueltos o en empaques que contengan menos de catorce o más de veinticinco unidades, además de colocar los cigarrillos en sitios que le permitan al consumidor tomarlos directamente.
Las autoridades ignoran esta realidad a cambio de unos pesos. “Como que se hacen de la vista gorda y muchas veces nos pegan, pero al final nos dicen “ahí dame unos 20 y ya”, la venta de cigarros les da de comer a mucha gente, completan sueldos”, comentó el Secretario del Exterior de la Unión de Voceadores.
Por la causa del voceador organizado
Para Juan Martínez, la espera de un apoyo económico por parte del gobierno de la Ciudad de México a los voceadores ante la pandemia de bajas ventas que les aquejaba, nunca llegó como lo esperaban. “El apoyo que nos da la alcaldía es de un préstamo. Eso no es ayuda, ayudar es que nos den cinco mil pesos y ya”, dijo Juan, quien también enfatizó la falta de apoyo por parte de la Unión de Voceadores a la que pertenece. “Desafortunadamente nuestra unión no nos ha apoyado, no nos ha dado ni una caja de despensa”, agregó.
Desde su fundación, en 1932, la Unión de Expendedores y Voceadores de los periódicos de la Ciudad de México, es una institución que ha tenido que luchar durante varias generaciones por los beneficios con los que cuenta ahora: clínicas, escuelas, autonomía e incluso el respeto de las diversas instituciones gubernamentales.
Entre sus objetivos, destaca la importancia de proteger a sus agremiados y contribuir a la elevación de sus niveles de vida, brindándoles cobertura de servicios de salud por una cuota anual de 3 mil pesos; sin embargo, los voceadores entrevistados concuerdan con que la Unión ha ido en decadencia. “Mira, desafortunadamente la Unión se está viniendo abajo. Recuerdo que cuando era pequeño, nos daban juguetes, despensa, hacían sorteos, cubrían todos los gastos médicos, teníamos todos los servicios al cien por ciento. Ahorita ya no”, relató Juan Martínez.
A pesar de que muchos de los vendedores atribuyen la falta de apoyo por desvío de recursos de los directivos, Ernesto aseguró que no es así. Reconoce los malos manejos que hubo dentro de la Unión en 2011, cuando su patrimonio pasó de “330 millones de pesos a sólo 34 millones” de acuerdo con una nota de 2012 de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.
Sin embargo, aseguró que ahora esas malas prácticas no existen, tanto por la falta de fondos como por la regulación del gobierno sobre los gastos, que deben estar justificados mediante facturas electrónicas. Es por ello que la baja de venta de periódicos es el único factor al que el secretario adjudica la falta de recursos dentro de la institución.
Gran parte de esto último se debe a la digitalización masiva de la información. “Nosotros dábamos despensas cada año y hacíamos beneficencia, pero sin ventas ya no hay dinero. Ya tiene tiempo que los ingresos han disminuido, antes salían diario 32 periódicos, ahora salen 10”, comentó Ernesto García.
En cuanto al apoyo médico al que la mayoría de los miembros del gremio tienen derecho, durante la pandemia sólo las personas con enfermedades crónico degenerativas y jubilados, mantuvieron un seguimiento. Por su parte, la Clínica de Voceadores, ubicada en Santa María la Ribera, fue cerrada debido a que no contaban con el certificado que les permitía atender casos médicos en general durante la emergencia sanitaria.
“Una certificación de COVID te la da la Secretaría de Salud, ¿y nosotros qué? Ni equipo de respiración, ni intubación, ni nada de eso tenemos. Nuestra clínica no fue certificada ni para primeros auxilios”, agregó Ernesto.
La pandemia sin cura
Son las 3 de la madrugada y Jaime podría jurar que no ha pasado nada, su jornada es semejante a la que vivía antes de la emergencia sanitaria, sin embargo, el calor que le provoca el cubrebocas mientras acomoda los periódicos del día con titulares sobre COVID-19, lo ubican en la realidad. El entorno en el que desempeña sus actividades ha cambiado.

Jaime Gálvez en su expendio de periódicos y revistas ubicado en la calle Artículo 123.
Mientras tanto, Rafel Guerrero se sube a la camioneta. A diferencia de hace algunos años, ahora con un sólo viaje recorre el centro de la ciudad y recolecta todo el tiraje necesario para vender en el expendio.
La incertidumbre y el miedo sobre el futuro de su negocio y de su salud se plasmó en los pensamientos de muchos de los voceadores y voceadoras. Acostada en su cama, una pregunta no dejaba de rondar por la cabeza de Lidia, “¿y qué tal si me muero?”, el aire le faltaba y debía cerciorarse de que no estaba contagiada, desesperada se acercaba una botella de perfume a la nariz y llenaba los pulmones de aire, sin embargo, el miedo la inundaba al pensar que debía volver a salir a trabajar a la mañana siguiente.
El semáforo epidemiológico en amarillo y el avance en la jornada de vacunación ponen nuevamente a los antiguos clientes en las calles, pero los periódicos y revistas de los quioscos siguen pasando desapercibidos. Aunque el miedo que representa la pandemia de COVID-19 para los voceadores ha disminuido, la otra pandemia, la de las bajas ventas, no parece encontrar cura.
La esperanza por un mejor futuro, que podría ser sólo una ilusión, acompaña a Carlos desde las 4:30 de la mañana. “Espero que mejore, pero es a la larga… Mi forma de pensar es: hasta que mi cuerpo aguante, hasta que ya no pueda caminar”.
Hola, chicas y chicos autores de este bello reportaje. De antemano quiero felicitarlos porque estructuralmente veo un trabajo muy bien hecho y que desborda gran profesionalismo. ¿Hay algo mal? No como tal, aunque yo buscaría un título más atractivo y pondría una bajada. Por otro lado, me gusta su entrada, no tanto el cierre donde me fascinó su penúltimo párrafo por encima del último. A continuación les comparto los errores que encontré en su redacción. Son siete, aunque dos de ellos tienen que ver como una falta de punto y coma y otra ausencia de coma, nimiedades. 1. "Antes abría como a las 8 ó 9 de la mañana, y ya después de la pandemia vine abriendo como a las 10 de la…