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Pandemia al son del mariachi

  • Writer: Brenda Valeria Vargas Lecona
    Brenda Valeria Vargas Lecona
  • Jul 2, 2021
  • 10 min read

Por: Cano Nieto Francisco Javier, Coloapa Díaz Marina Jacqueline, Martínez Reséndiz Óscar Daniel, Montaño Hernández María Fernanda, Vargas Lecona Brenda Valeria


El silencio llena la Plaza de Mariachis de Garibaldi en el Centro de la Ciudad de México, las bancas que antes se llenaban con espectadores, ahora son ocupadas por un par de mariachis que se encuentran en la espera de trabajo, algunos con la ilusión de poder llevar unos cuantos pesos a casa, otros tristes, incluso con lágrimas en los ojos por la escasez laboral. Garibaldi luce como un panteón.


Susana Espejel con 37 años es mariachi solista, madre soltera, y abogada, es la base principal de su familia, y como muchos mariachis se quedó sin una fuente de ingresos. Con esperanza, todos los fines de semana asistía a la plaza Garibaldi en medio de la inestabilidad económica que les aquejaba, a pesar de que todos los locales a su alrededor estaban cerrados.


“Estuvo restringido, era que nosotros no dejáramos de venir a la plaza para que no se viera muerta, para darle vida, pero veníamos y no había trabajo, nada más veníamos por compañerismo, muchos se fueron a su tierra”, mencionó Susana.



Susana Espejel del lado izquierdo con una de sus amigas en la Plaza Garibaldi. Foto por Óscar Martínez.

A partir del 23 de marzo de 2020, la vida que se conocía cambió, lo que comenzó con 316 casos positivos obligó a los locales no esenciales a cerrar. En un mes rápidamente escaló a 389 muertes diarias en la Ciudad de México. Según los propios mariachis, ellos fueron uno de los primeros sectores en sufrir los estragos de la pandemia: su fuente de ingresos fue clausurada, lo que daba inicio a una inestabilidad económica que les afectó durante toda la pandemia por COVID-19.


La migración de los mariachis


Ante el cierre de las actividades no esenciales y la prohibición de fiestas en la Ciudad de México, los mariachis se vieron en la necesidad de migrar a sus estados de origen en busca de un sustento para sus familias. Fue el caso de José Alfredo Jiménez, un mariachi de 64 años, que a diferencia de Susana, decidió regresar a su natal Morelos, “se acabaron las fiestas, ¿qué hacemos si no hay nada?”, expresó José Alfredo.


Desde los 20 años, José Alfredo trabajó en el campo cultivando papa, maíz, frijol y jitomate; fue invitado por su patrón, que era un mariachi, a ser parte del gremio. “Me dice, vamos a hacer un mariachi Pepe, yo te traigo los instrumentos, tú búscate a la gente y póngase a estudiar”, comentó. A partir de este momento, José decidió ser mariachi porque la necesidad lo llevó a superarse y se quedó por el sentimiento.


Es así como (recuerda) este agricultor, que se refugiaba en la soledad del campo, dejó que la coincidencia de su nombre lo llevara a seguir los pasos de su tocayo: el rey de la canción mexicana. “Es un gusto que nace de ti, cuando trabajas en el campo dejas de cantar durante ocho días, a los quince días ya extrañas cantar. Ese es el gusto que sientes por la música”.



José Alfredo en su local. Foto por Óscar Martínez.

Sin embargo, durante el semáforo rojo, los intérpretes de música tradicional mexicana y patrimonio cultural del país, buscaron otras alternativas para solventar sus gastos. Algunos decidieron buscar un nuevo trabajo, mientras que unos cuantos se adaptaron a la nueva modalidad: desde serenatas virtuales, hasta serenatas con sana distancia.


“Pues no venían clientes por la pandemia; nos hablaban los clientes por teléfono por la sana distancia. Nos mantuvimos como mexicanos; al mexicano le vale gorro. Venían personas medio ebrias y nos contrataban aquí a escondidas”, mencionó Rubén Cruz, mariachi de la Plaza Garibaldi.


Mientras tanto, Susana a pesar de tener una licenciatura, se vio obligada a buscar otra fuente de ingresos que no estaba relacionada con su carrera, pues los juzgados estaban cerrados, “la gente estaba paralizada por el miedo, entonces se acabó el trabajo”. Algunas de sus compañeras decidieron hacer moños como los que usan a diario los mariachis y venderlos, lo que les sirvió como una fuente mínima de ingresos.


A lo largo de marzo y abril los clientes cancelaron sus eventos por temor al contagio. Para mayo, surgió la idea de las serenatas virtuales: en un cuarto de ensayo y con una pantalla, los mariachis cantaron al pie de conferencias nacionales e internacionales. De esta forma, algunos pudieron seguir su trabajo como músicos y sobrellevar la pandemia. Tan solo una canción por 15 dólares, es decir, 300 pesos mexicanos.


“Empezamos a ver que la gente hacía sus reuniones y conferencias, su trabajo lo atendía de manera virtual. Entonces dijimos: ¿Por qué no le ofrecemos a los clientes algún servicio más o menos así?”, comentó uno de los mariachis de la plaza.


A pesar de las serenatas virtuales y del semáforo rojo, las llamadas hacia los mariachis para ir a trabajar aparecían de vez en cuando. Con miedo, cubrebocas y gel antibacterial, salían a los eventos agendados, “aquí hay dos cosas: o te mueres de hambre o te mueres por coronavirus”, expresó el señor José Alfredo.



Te mueres de hambre o de coronavirus


Los mariachis son un sector vulnerable que carece de seguro médico. “Como somos trabajadores no asalariados, no tenemos seguro. Yo quise tramitarlo y me pedían muchos requisitos y no nos fue posible tenerlo. Hay algunas personas que lo tienen, pero son muy particulares”, mencionó Víctor Sánchez López, secretario general de la Unión Mexicana de Mariachis.


Foto por Brenda Vargas
Víctor Sánchez junto a su secretaria, en Garibaldi. Foto por Brenda Lecona.

A pesar de no contar con un seguro médico y estar en riesgo de contagiarse, se ven en la necesidad de salir a tocar, entre ellos comentan que es suficiente “conseguir para su comida con tal de no contagiarse”, pues José Alfredo ha visto a 20 de sus compañeros morir por el virus.


Él está dentro de los grupos de alto riesgo porque sufre de varias enfermedades como tener alto el azúcar, la presión, y problemas de parálisis. “A mí si me llegara a agarrar, no lo llego a platicar”, aseguró.


Por otro lado, Susana contabilizó cerca de 100 a 150 compañeros difuntos por la pandemia, “muchos de preocupación de no tener la economía, murieron del corazón”.

Dentro del registro de la Unión Mexicana de Mariachis con un padrón de mil 613 integrantes, se registraron cinco o seis muertes fuera de la Ciudad de México, los mariachis que emigraron a sus estados por el COVID-19, murieron en sus tierras.


“Todos mis compañeros no murieron de enfermedad, murieron de pánico, por eso se fueron de aquí, se paniquearon y desgraciadamente fallecieron por allá, de menos en su tierra, su casa”, comentó Sánchez López.


El temor ya no se trataba solo de contagiarse sino de no poder cubrir los gastos médicos porque no cuentan con un seguro que los apoyara. La reducción de sus precios no eran suficientes para lujos o medicamentos, solo para comer.


“Con que tengas para comer y estar bien. Comentamos con los compañeros que no ganamos mucho, pero que no nos dé la enfermedad porque muchos murieron en el transcurso de la pandemia”, expresó José Alfredo.



Cuando nadie te quiera, cuando todos te olviden


Fue a finales de marzo cuando la pandemia y sus consecuencias se apoderaron de todo el país. El sector mariachi tuvo que aceptar menos dinero de lo acordado para mantener vivo su trabajo. “Normalmente cobramos la hora 2 mil 500, pero me decían ‘tengo mil 800 pesos, ¿jalas o no jalas?’, ¿qué haces? El cliente es el que pone el precio”, comentó José Alfredo.


En más de una ocasión trabajaron llenos de impotencia, sin importar que el cliente se encontrara del otro lado de la ciudad y que la paga fuera diferente en cada caso, el trabajo se volvió escaso. La situación los obligó a llevar menos compañeros a cada evento que realizaban, lejos quedaron esas agrupaciones de más de 10 miembros, los conjuntos se redujeron prácticamente a la mitad y simultáneamente el precio.


“Bajó un 80%, caímos a un 20%. Te ganabas a la semana 3 mil y en la pandemia te ganabas 600 pesos a la semana”, fueron las palabras de Rubén. Cada caso es diferente, la reducción de sus precios varió dependiendo del servicio que al cliente le haya interesado. No era necesario discutir si merecían más, el hambre y la desesperación se encargaron de aceptar el trato.


Plaza Garibaldi, Ciudad de México.

En el momento en que sus ingresos desaparecieron en su totalidad, a pesar de buscar otras alternativas, los músicos pertenecientes a la Unión de Mariachis, sindicatos e incluso los que ejercían de manera independiente se vieron en la necesidad de pedir ayuda a diversas instituciones.



Si nos dejan


Ante la precariedad económica que vivían los mariachis, así como otros sectores, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) puso en marcha el “Apoyo a Personas Trabajadoras Eventuales”, el cual constaba de 3 mil pesos, diferidos en dos pagos, cada uno de mil 500.


Trabajadores regulados y no regulados por la Secretaría, antes del 23 de marzo del 2020, se vieron beneficiados. Otros mencionaron que ni siquiera se enteraron del apoyo o no tuvieron la suficiente información, pues llegaron a pensar que se trataba de un préstamo y al solicitarlo no sabían si posteriormente lo iban a poder pagar.


José Alfredo reclamó que el mariachi al ser patrimonio cultural de México, debería de tener una mayor prioridad para apoyarlos. “Es difícil, pero el gobierno debería tomar cartas en el asunto. Supuestamente había préstamos y buscamos la información y nomás lo oímos por rumores”.


Susana, fue una de las beneficiarias, se enteró porque ella ayudó a una recolección de víveres en la plaza Garibaldi. “Agradecemos que nos hayan apoyado con este monto pero no fue suficiente para casi un año de trabajo, sin embargo sirvió para unos días, para pasarla”.


La lista de beneficiarios presentó alrededor de 10 mil trabajadores, sin embargo, no todos los cobros fueron realizados, aseguró Teresa Castillo, directora para el Trabajo y la Previsión Social.


“Hubo una baja demanda, mucha gente no se acercó a pedir el apoyo o no lo conocían. Esta población viene del interior de la república, una vez que estalló la pandemia lo que hicieron fue regresar a sus lugares de origen, a sus casas, porque saben que al final no van a poder sostener cierta dinámica debido a la pandemia”.


En el sector privado y con el golpe a la economía, los sindicatos y uniones decidieron apoyarlos. Primero empezó con la campaña “Salvemos al mariachi”, en busca de conseguir un aproximado de 2 millones 854 mil 166 pesos para repartirlo entre más de mil 613 mariachis, según el secretario Víctor Sánchez.


Prometieron serenatas en vivo cuando la pandemia lo permitiera o en su defecto una serenata en línea y por videollamada. De esta campaña solo se consiguió 85 mil 624 pesos, es decir, solo el 3% de lo planeado.


Por otro lado, empresas privadas brindaron apoyo a la comunidad musical, siempre y cuando, hayan formado parte de esta antes de que la pandemia comenzara. Como “Ejecutantes”, una asociación de músicos que presume apoyar y cuidar a los mariachis, sin embargo, pusieron requisitos especiales para acceder a dichas ayudas.


La cobertura a gastos funerarios y un pago trimestral que variaba dependiendo a las necesidades del solicitante, fueron los beneficios que gozaron el equipo de “Ejecutantes”, pero sólo fue para aquellos que son reconocidos por la gente.


Para que se les pudiera otorgar este beneficio había que llevar música grabada por una disquera, es decir, que solo aquellos que han grabado con cantantes profesionales o han aparecido en televisión.


Por otro lado, algunas cantantes del regional mexicano como Cecilia Gallardo y Julia Palma se hicieron presentes ante la situación y tuvieron la iniciativa de apoyar con algunos víveres a la Unión Mexicana de Mariachis.


Los cantantes no fueron los únicos que buscaban colaborar, sino que algunos diputados apoyaron con despensas a petición del secretario general de la Unión Mexicana de Mariachis. “No quiero dinero, quiero que me los distribuyan en despensas para que no haya malos entendidos”, dijo Víctor Sánchez, secretario general.


Fue así como se rompió con una sequía de ocho meses de trabajo, con lágrimas en los ojos el secretario mostró el sentimiento y agradecimiento de muchos mariachis. Después de un periodo de altibajos, el cambio de color en el semáforo epidemiológico les dio un respiro al gremio.



Ojalá que les vaya bonito


Antes de llegar a la ciudad de los mariachis, se escucha por las calles el canto de la música tradicional mexicana, los charros han vuelto. Algunos conversan fuera de los restaurantes que ya han abierto, otros tocan con alegría y armonizan la plaza, Garibaldi tiene vida otra vez.


Fue a partir del 10 de mayo que el semáforo epidemiológico cambió, no como el año pasado que “era para llorar”, ahora el trabajo para los mariachis aumentó. Para las 6 de la tarde, la Plaza Garibaldi vuelve a estar vacía, pero esta vez se debe a que todos los grupos de regional mexicano han sido contratados. La actividad aumentó en un 60% de acuerdo con los mismos músicos.


Cuando el semáforo dejó el rojo, la gente regresó a realizar múltiples eventos. El amarillo comenzó a darle confianza a las personas y esta fue en aumento con la llegada del verde, los mariachis perciben una mejora en la situación.


A pesar de la disminución de muertes y contagios, las medidas de limpieza no disminuyeron, los mariachis no bajan la guardia. “Tienes que aprender a sobrevivir, a adaptarte tú a la enfermedad, a tener cuidado”, expresó José Alfredo.


Cada músico se encarga de cuidar y limpiar su instrumento y ahora los sombreros ya no se comparten. En la camioneta usada para acudir al evento se procura mantener una sana distancia, y al terminar de trabajar, la misma camioneta se lava y se sanitiza para ganarse la confianza de los clientes. Ahora les piden que canten desde la calle o desde afuera de las casas, para mantener la sana distancia.



Entrada a plaza Garibaldi, Ciudad de México. Foto por Brenda Lecona.

Rubén Cruz, camina alrededor de la plaza Garibaldi, amablemente pregunta a las personas que ocupan las bancas si desean una serenata. Para él, la situación ha mejorado a pesar de que lo rechazan constantemente, al menos ahora, hay gente a la cual puede brindar su servicio.


Al otro lado de la plaza, frente a la jardinera de magueyes, se encuentra Susana con dos de sus amigas, todas vestidas de charras usan los moños que vendían en el tiempo que no tenían trabajo. Susana canta una nota alta en medio de la lluvia lo cual indica que la situación empieza a mejorar para todos. “Ya pudimos salir a trabajar, en lo que cabe creo que a todos nos fue un poco mejor”, dijo entre risas.


Después de la incertidumbre y la inestabilidad económica, ahora José Alfredo se encuentra de vuelta en su local de siempre para atender el teléfono que por fin ya vuelve a sonar.


Cuando toma la llamada le responde a los clientes como si de una grabadora se tratara: “Buen día, se comunica con José Alfredo, a sus órdenes y en un momento me comunico con usted”.


A los mariachis de la Ciudad de México no les queda más que adaptarse, las personas los buscan de nuevo para tocar en sus fiestas, dedicar canciones bajo una ventana y hasta sorprender a alguien a la distancia. Ha regresado el mariachi loco.


2 Comments


bernardo uribe
bernardo uribe
Jul 16, 2021

Muchas felicidades, chicos, supieron escuchar las correcciones y mejorar la redacción, aunque aún quedaron párrafos por corregir.

Sin embargo, es un gran trabajo de reporteo.

Coincido con Mario en la calificación.

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Mario Becerril
Mario Becerril
Jul 12, 2021

Chicas y chicos del equipo de reportaje de mariachis, a pesar de los errores de redacción que encontré en su trabajo, creo que merecen un 10. Es cierto que esos yerros me invitaron a poner 9.5, pero prepondero su espléndido trabajo de reporteo, las fuentes entrevistadas, la creatividad para contar esta historia y sobre todo la profundidad alcanzada pese a las complicaciones de hacer un reportaje en medio de la pandemia. Recuerden que el hecho de que su trabajo tenga todos esos atributos no los exime de tener una redacción impecable. Les comparto aquí los puntos a corregir en su trabajo: 1. "Por: ...": No entendí por qué los dos puntos en donde firmaron el texto y tampoco la línea sucesiva. 2. "cuantos…


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