El platillo del reencuentro anual

Tolentino Ortiz Arisbeth.

Cada año desde hace 16 años la familia Tolentino Ortiz se reúne para conmemorar a la abuela Felicitas Pérez el 6 de septiembre, día de su cumpleaños. Ese día la familia realiza una serie de actividades que se han vuelto ya una tradición en la familia. Preparar un pozole rojo es fundamental en esta conmemoración.

Felipa Ortiz, la hija más pequeña de Felicitas no recuerda exactamente cuando aprendió a cocinar el pozole rojo que tanto le fascina a la familia, recuerda que desde que era pequeña cada año en el cumpleaños de su madre esta se consentía así misma con tal platillo y desde que tiene memoria le mostraba a ella y a sus hermanos como prepararlo.

Felicitas Pérez solía reunir a sus pequeños hijos en la cocina para que la observaran mientras cocinaba, eran muy pequeños para acercarse a la estufa sin embargo siempre les mostraba los ingredientes y pedía que la miraran atentos para memorizar la manera en la que ella preparaba aquel pozole rojo que fascinaba a sus pequeños hijos y a ella.

“Algún día ustedes cocinarán este pozole para sus familias y si se apiadan de mí cuando sea viejita también me lo pueden preparar. Presten atención a los ingredientes y miren como cocino para que les salga igual de rico que a mí”, recuerda Felipa Ortiz que les comentaba su madre.

Los pequeños niños se sentaban en el comedor mientras observaban a su madre y escuchaban atentos. “Es importante lavar muy bien el maíz y descabezarlo, para que este se inflame bien, además deberán hervirlo con una cebolla y un ajo partido a la mitad, ya que este bien cocido el maíz le echaremos la sal, en otra ollita pondremos el pollo a cocer con unas hojas de laurel y sal”

Después de poner el maíz a hervir les pedía a sus pequeños hijos que limpiaran los chiles. “Limpien los chiles, solo tienen que sacarle todas las semillas, no se vayan a tocar los ojos después que les va a arder, cuando estén limpios los vamos a lavar muy bien y lo vamos a poner en agua caliente hasta que se pongan suaves”.

Una vez limpios los chiles les pedía a sus hijos que se fueran a lavar muy bien las manos para evitar que alguno se irritara los ojos, esperaba a que los chiles estuvieran listos para continuar. “Ya que están los chiles los vamos a poner en la licuadora con un ajo partido a la mitad, media cebolla, orégano y sal, una vez molido todo lo vamos a colar”.

Los pequeños se emocionaban sabían que estos eran casi los últimos pasos a seguir y la hora de degustar se acercaba cada vez más, a todos se les hacía agua la boca, su madre preparaba el mejor pozole.

“Ya está el pollo, vamos a ponerlo junto al maíz, antes sacamos el ajo y la cebolla, y luego echamos nuestra salsa al caldo de pollo junto al maíz para que sepa más rico, y vamos a esperar una hora y media más o menos para que se sazone bien, solo queda esperar” decía felicitas a sus pequeños que esperaban cada vez más ansiosos. Todos recuerdan el olor del pozole cociéndose en aquella olla, lo ansiosos que estaban por probarlo y lo feliz que lucia su madre cuando cocinaba.

Felicitas preparaba el pozole sin falta cada cumpleaños, cuando sus hijos tuvieron edad ella simplemente se dejaba consentir por ellos dejando que cocinaran para ella, con el tiempo sus hijos se marcharon de casa, no todos podían asistir a su cumpleaños siempre, a excepción de la menor de sus seis hijos quien estuvo con ella en sus últimos días y quien decidió continuar con la tradición de cocinar pozole cada año en el cumpleaños de su madre.

La abuela Felicitas Pérez murió el 13 de agosto del 2004, a sus 64 años de edad a causa del cáncer, en sus últimos momentos lamentablemente ya no pudo disfrutar de aquel platillo, ahora sus hijos se reúnen cada año para conmemorar a su madre el día de su cumpleaños, juntos preparan aquel pozole rojo que aprendieron a cocinar junto a su madre desde que tienen memoria.