El día en que el fuego se los llevó
- Miguel Alcantara
- Apr 26, 2021
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El reloj marcaba apenas las cinco de la mañana del lunes 19 de noviembre de 1984, y los habitantes de San Juan Ixhuatepec se disponían a comenzar su día como de costumbre y aunque el sol aun no aparecía, niños, mujeres, jóvenes se preparaban para acudir a sus respectivas escuelas, oficinas, fabricas. Así que mientras unos se bañaban, madres preparaban los desayunos, otros sintonizaban alguna estación de radio para iniciar el día, algunos salían presurosos para tomar el transporte publico, no había duda que seria un día normal como cualquier otro.
En la planta almacenadora de gas que quedaba a pocos metros de esa comunidad, cientos de empleados laboraban despreocupadamente, hasta que el reloj marcaba las 5:40, una fuerte y terrorífica explosión sacudió todos los alrededores de aquella planta. Un enorme hongo de fuego se elevó al cielo y terminó con la tranquilidad de todos los habitantes.
Algunos creían que México estaba en guerra, otros que era el fin del mundo, nadie tenia la certeza de lo que había ocurrido realmente, rostros marcados por la angustia y desesperación intentaban protegerse de las llamas, padres e hijos intentaban abrazarse para protegerse pero era inútil ya que en instantes el fuego envolvía sus cuerpos.
El fuego era alimentado por las bolas de fuego que caían del cielo las cuales eran producidas por las dos explosiones posteriores.
Otras víctimas solo pudieron escuchar el estruendo y se perdían en un mar de gritos y desesperación, personas corrían envueltas en llamas y otros corrían con sus seres queridos en brazos sin saber a donde dirigirse o a quién pedir ayuda. Una nube de gas y humo se elevó mientras que cientos de personas quedaban atrapadas en los escombros de lo que algún día fue su hogar.
Lentamente las sombras de la noche iban quedando atrás y el olor a gas seguía presente, el cual se mezclaba con el olor a objetos quemados, el ambiente se oscurecía por una nube de polvo y humo junto con el de la tristeza y el terror de todo lo que ahí había ocurrido. Restos humanos calcinados quedaban en las calles o algunos otros que fallecieron asfixiados debido a que no pudieron recibir atención medica oportuna, ya que los cuerpos de socorro se vieron imposibilitados para llegar de manera inmediata a la zona del desastre.
Fue hasta una hora después que se pudieron brindar los primeros auxilios por parte del personal de la cruz roja, sin que para entonces se pudiera llegar a la zona de la explosión, en una superficie de diez cuadras a la redonda, los primeros en llegar fueron los pelotones de soldados, bomberos, policías , y civiles llegaban en intervalos para combatir el fuego.
Clotilde Garcia Marcos de 35 años de edad dormía con su esposo, “mi hijo Gilberto estudia en el CCH de san ángel y se levanta muy temprano, vi el reloj y eran las 5:08 am, mientras lo atendía sentí un extraño presentimiento algo que nunca me había pasado, mi hijo se fue y me puse a preparar las cosas de mis otros hijos, mientras mi otra hija se preparaba para salir, sentí muy pesado el ambiente, sentí mucha tristeza y no lo podía explicar” “Alce mi vista a la veladora que le había prendido en la noche a San Antonio y le pedí por mis hijos, en eso estaba cuando empezó a temblar la tierra, yo sentí mucho miedo y corrí a despertar a mis hijos ¡vamonos! Les grite desesperada, cuando de repente se escucho una muy fuerte explosión” “me asomé a la calle y vi pura lumbre y gente que corría para tos lados gritando” “nosotros corrimos hasta la carretera y agarramos un camión que nos llevara al DF” Relata Clotilde Garcia sobreviviente de la explosión.
Ramón Hernandez Galicia de 24 años, obrero casado con Maria Luisa Ornelas y padre de Isidro y Ana de 1 y 3 años, hoy viudo y sin hijos narró que le toco velar en la fabrica por lo que llego al diez para a la 6 de la mañana y cuando llego vio lo que el describe como un infierno ya que su casa estaba consumida por el fuego, intento correr para rescatar a su familia pero se lo impidieron el forcejeaba lleno de histeria y dolor “No deseo regresar a casa, quiero morirme no quiero ver mi hogar desolado sin mis hijos y mi mujer, no creo tener fuerzas para soportarlo”
Cientos de personas se acumularon en el modulo de Locatel con la esperanza de encontrar a sus hermanos, hijos, padres esposas o familiares desaparecidos, las solicitudes fueron miles, unos si tuvieron la suerte de encontrarse pero por otros ni si quiera se preguntó.
Miguel Angel Alcantara Ramos
San Juan Ixhuastepec, tragedia de la explosion 1984
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