Una semana diferente
- Miriam Rodríguez
- Apr 16, 2021
- 3 min read
Dentro de una de las ciudades más grandes del mundo, el pueblo de Villa Milpa Alta se encuentra al sureste de la capital mexicana. La zona rural de la metrópoli, con sus nítidos cielos azules donde se respira un aire puro, con paisajes verdes adornados de cultivos de nopal, calles empedradas, iglesias antiguas, y comunidades que todavía resguardan las raíces ancestrales, los habitantes de este pueblo siguen sus actividades con normalidad ante la emergencia sanitaria que se vive mundialmente.
En la sala de estar de una casa acogedora que se resalta de por las demás, una familia centra su conversación en los oficios religiosos a los cuales piensan asistir con motivo de la semana mayor. “¿Si vamos a ir? ¿No podemos ver las transmisiones en Facebook?”, señala la hija mayor que se encuentra sentada en un viejo sillón café. Los padres, sin pensarlo, responden que sí. Los hijos, que hacían movimientos nerviosos con sus piernas, aceptaron de mala gana haciendo muecas de disgusto.
Afuera del patio de la iglesia principal del pueblo milpaltense, yace una enorme carpa color blanco rodeada de inmensos árboles que le dan un aspecto un tanto sombrío. El sismo del 19 de septiembre de 2017 derrumbó el campanario, por lo que han improvisado este espacio desde hace ya tres años. Son las cinco de la tarde y la familia llega al lugar. Las medidas de seguridad eran notorias.
Dentro de la carpa, las sillas se encontraban en filas de tres a una distancia de casi un metro y medio de distancia entre ellas. En el pasillo, había marcas de color blanco a un metro aproximado. En las cuatro esquinas de la carpa, se encontraban expendedores de gel anti bacterial que surtían a todos los feligreses. Sin excepción alguna, todos llevaban puestos sus cubrebocas correctamente. Era algo diferente que, en comparación con el año pasado, nunca se había visto. Los asistentes hacían caso a las medidas sanitarias. Incluso los hombres que representaban a los apóstoles combinaron sus cubrebocas de acuerdo con el color de la túnica que vestían.
La hermana de en medio, que vestía de negro, se sentó con su hermano menor en el jardín. Los lugares eran pocos y la capacidad estaba en su límite. El curso de la celebración del Jueves Santo fue prolongado. El altar no era extravagante. Una lona que iba de esquina a esquina de la parte delantera de la carpa contenía el paisaje de tres inmensas cruces con el fondo de un cielo rojizo que refleja el esplendor de la hora dorada, era lo único que había.
Durante la celebración, la apariencia de los creyentes era de incertidumbre. Hacía viento y los frondosos árboles gruñían que estremecía a las personas que se encontraban dispersos alrededor del jardín porque no alcanzaron asientos dentro de la carpa. “Se siente frío”, menciona la señora que se encuentra sentada del lado izquierdo del hijo menor con una mascarilla morada que hacía juego con el mantel del altar.
Las miradas de los asistentes reflejaban extrañeza. Después de haber abierto el templo tras varias semanas de permanecer cerrado ante la comunidad, la situación era totalmente nueva y la gente lo sabía. Una vez concluida la celebración a las 19:30 horas, en seguida se apagaron las luces del recinto y los feligreses desalojaron el lugar en silencio, así como la noche en que Jesús fue entregado.
En el pueblo, que antes se llamaba Malacachtépec Momoxco, la Semana Santa es otra experiencia. En el Domingo de Pascua no se vivió el carnaval como tradicionalmente se acostumbra. En esta alcaldía de la ciudad en donde parecía lejano que se manifestara el COVID-19, hace un año se presentaron 672 casos. Actualmente, esa cifra se ha disparado a los 12,550. Empero, en comparación con sus 152 685 habitantes, la cifra es baja.
Pareciera que fue ayer cuando anunciaban en los noticiarios el primer caso de COVID-19, ahora, mientras se escriben estas líneas, las cifras de defunciones a nivel nacional son de 205,598. Las cifras van en aumento y la posibilidad de que las cifras sigan el mismo curso son muchas. Lo que espera en el futuro es una incógnita que con el paso del tiempo llegará a su fin.
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