Dos balazos y adiós al futuro
- Yair Cardiel
- May 11, 2021
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Yair Cardiel.
Se escucha una moto acercarse, después, cinco disparos, nuevamente se escucha la motocicleta esta vez alejándose. Un grito interrumpe el silencio que dejaron las detonaciones, el grito se vuelve un llanto. Sonidos recurrentes en el barrio. Xóchitl Orozco sostiene a su hijo muerto, tiene un disparo en el estómago y otro en la cabeza. Los vecinos comienzan a salir, “háblenle a la ambulancia” “¿Quién fue?” es lo único que atinan a decir. Ya toda la familia de Jonatan Razo, alias el “Soker” rodea su cuerpo mientras lloran.
Después de tres semanas de haberse declarado el semáforo naranja en la ciudad de México, el deportivo de la colonia Aculco está abierto de nuevo. Son las seis de la tarde y Jonatan llega a para hacer ejercicio. Se encuentra con un viejo conocido de la primaria, hablan un rato sobre lo que han vivido y sus planes a futuro.
-Voy a hacer el examen de la UNAM para entrar a administración. Con lo que he juntado estos años trabajando, mis papás y yo vamos a poner nuestro negocio.
Cuando salió del bachillerato no tenía claro que quería de su vida. “Estudiar o trabajar”, así sentencio su madre y lo que iba a ser un año para reflexionar sobre futuro en realidad fueron cuatro años de trabar, madrugar y ahorrar.
Poco después de terminada su plática Jonatan comienza a hacer ejercicio, al mismo tiempo entran al deportivo “el Santi” y “el Tuky”, tienen 24 años y ya estuvieron en el reclusorio oriente por asalto a mano armada. Salieron en septiembre del año pasado y hasta este momento no se han metido en problemas, pero tiene la fama de ser buscapleitos. Pasan frente a Jonatan con un aire de superioridad, lo miran de arriba a abajo, él les sostiene la mirada. Desde la secundaria no se llevan bien, en ese entonces se pelearon y ahí había quedado todo.
Se hace de noche, Jonatan tiene que trabajar al día siguiente si sale del deportivo. El Tuky sigue viéndolo y suelta una carcajada.
- ¡Huevos!
Le grita Jonatan al Santi y al Tuky desde fuera del deportivo. La guerra está declarada.
Jonatan pasa por enfrente del deportivo y saluda a sus conocidos que están dentro. Camina con su novia, entran a la tienda ubicada al otro lado de la calle. Al mismo tiempo alguien le avisa al Tuky que el Soker está por ahí cerca. Agarra su bici y va hacia donde Jonatan. En el camino se encuentra a algunos amigos quienes lo siguen corriendo al enterarse que El Tuky tiene planeado pelear con Jonatan.
El Soker ya va de regreso a su casa, el Tuky aparece al final de la calle.
-Ahora sí, vamos a ver si es cierto que muy verguero- grita el Tuky.
Jonatan hace hacia atrás a su novia, le da lo que tiene en las manos. El Tuky frena de golpe y deja tirada la bici, ya está en posición de guardia. Antes de que los amigos del Tuky lleguen a donde está la pelea, Jonatan ya le ha dado un golpe en la nariz. El Tuky retrocede, se acerca la mano a la cara y nota que sangra, éste grita de coraje mientras se abalanza hacia Jonatan soltando golpes al aire. Jonatan los esquiva y le da otro golpe, ahora en el ojo. El Tuky se duele, otra vez se abalanza hacia él, pero un golpe en la boca lo detiene en seco seguido de otro puñetazo en la quijada que lo tira al piso.
Antes de que los conocidos del Soker puedan detener la pelea el Tuky ya tomo su bici para irse del lugar. Jonatan gano esta pelea, pero no sabe que va a perder la guerra.
Jonatan ridiculizo al Tuky enfrente de la niña que le gustaba en la secundaria. Todos lo conocían como “Tuky” porque se había encargado, a base de golpes, de que nadie lo llamara Trinidad, su nombre real, pero Jonatan le hizo burla con esto lo cual causó la risa de aquella niña.
-En la salida me las vas a pagar- fue lo único que el coraje le permitió decir a el Tuky.
En aquel entonces la pelea fue más pareja, ambos sangraron y fue suficiente para que ninguno de los dos se metiera con el otro. Después de la secundaria no tuvieron problemas porque los estilos de vida tan distintos no les permitían ni verse en las calles de la colonia. Jonatan entro al Colegio de Bachilleres 3 en el turno vespertino. El Tuky ni siquiera hizo el intento por ingresar al nivel medio superior. El Tuky salía en las tardes para jugar futbol y hacerse respetar, mientras que Jonatan solamente salía algunos fines de semana.
Mientras Jonatan comenzó a trabajar, el Tuky se dedicó a “la vida fácil” y después de asaltar un local de internet en 2018 tuvó que pasar cuatro años en la cárcel.
El Tuky, a pesar de querer aparentar ser un tipo rudo, siempre fue amigable con la mayoría de la gente de la colonia. Después de la pelea se le ve enojado todo el tiempo, aún tiene el ojo inflamado, se esconde bajo la capucha de su chamarra. Ya no saluda a nadie ni echa la reta de futbol, solo sale para encontrarse otra vez con Jonatan.
Pasan los días y el Tuky sigue en actitud vigilante, ahora acompañado en todo momento por el Santi, su compañero en aquel asalto y amigo de toda la vida. A pesar de que a Jonatan su mamá le advirtió que anduviera por la calle, que se evitara más problemas, pensó que al Tuky ya se la habría bajado el coraje después de dos semanas y salió a pasear a su perro.
El Soker va de regreso a su casa, entra a la tienda para comprar unas palomitas. Al salir ve al Tuky al otro lado de la calle, éste aun no nota su presencia, cruzan miradas y el Tuky corre hacia él, esta vez el da el primer golpe. Jonatan tira sus cosas y se defiende. Entre tantas patadas, puñetazos y jaloneos no se sabe en qué momento Jonatan comenzó a sangrar, tiene el labio abierto, el Tuky nuevamente sangra de la nariz. Mas jaloneos, se escucha como se rasga la ropa y cuando se separan por un momento queda al descubierto que Jonatan tiene la playera rota.
El Tuky escupe y se lleva la mano a la boca, de un rodillazo el Soker le rompió uno de sus incisivos. Los dos se abalanzan sobre el otro, pero Jonatan vuelve a golpear de manera rápida y contundente al Tuky quien cae noqueado como hace dos semanas. El enojo de Jonatan lo hace continuar los golpes hacia el Tuky a pesar de que éste se encuentra inconsciente. En ese momento la gente ya se comienza a acerca por los gritos de la tendera quien pide ayuda, mientras el Santi, que todo el tiempo se mantuvo al margen de la pelea saca un cuchillo de su chamarra y corre hacia el Soker con la intención de herirlo.
La gente que ya está en el lugar detiene a Jonatan, se lo quitan de encima al Tuky, también logran detener al Santi, quien al ver que su amigo recupera la conciencia corre a ayudarlo y se lo lleva casi a rastras. El Soker comienza a buscar a su perro, tuvo que soltar la correa y escapo mientras el peleaba. Buscó a su perro unas horas hasta que su familia salió a buscarlo y lo obligaron a regresar a su casa.
El Tuky tuvo que ser llevado al hospital, el saldo de la pelea fue una fractura de nariz, varios dedos rotos y al parecer una fractura en el cráneo. Su familia no quiere contar nada, pero el Santi afirma que eso es lo que le dijeron los tíos del Tuky cuando le pidieron que le ayudaran a vengarse.
La familia de Jonatan ya arregla las cosas para que se vaya a vivir con unos familiares en Toluca, lugar donde planean poner su negocio de comida con los ahorros de años de trabajo. Él está preocupado por lo que pueda pasarle a su familia.
-Solamente te vas a adelantar unos meses a nosotros. Si no te vas te me van a matar- le dijo su mamá.
Pero el Soker también está preocupado por su perro, seguro de que si algún conocido del Tuky lo ve son capaces de torturarlo. Sale rápido sin que su mamá se de cuenta y corre hacia el deportivo. Ahí pregunta por su perro, nadie lo ha visto pero alguien le aconseja que tenga cuidado, que los tíos del Tuky no se han ido de la casa de éste desde la noche anterior. Da una vuelta por la cuadra con la esperanza de ver a su perro. Cuando va de regreso a su casa platica con algunos amigos de la calle donde vive, les cuenta que se va a ir de ahí, que probablemente ya no regrese, se despide de ellos y se mete a su casa.
En menos de una hora llegan sus tíos para recogerlo, entran a la casa, Jonatan se queda afuera y busca con la mirada a su perro. Cruza mirada con uno de sus amigos con los que hablo hace un rato, saluda con su mano mientras se hacen a un lado para que pase una moto. Jonatan se recarga en el cofre de la camioneta de sus tíos. La moto viene de regreso, pasan frente a él, es el Santi y uno de los tíos del Tuky quienes le disparan.
Balazos y llantos, sonidos recurrentes en el barrio. A pesar que el mundo atraviesa por una pandemia, en Iztapalapa es más común que un joven muera baleado que por COVID. Una semana atrás dos jóvenes que vivían a unas cuadras de donde vivía Jonatan fueron asesinados a plena luz del día en un tianguis. Una semana después, en una de las colonias de la zona en una fiesta otro joven murió baleado por una discusión. Quien lo asesinó también termino baleado mientras regresaba del trabajo.
Al llegar, la policía se limita a decir “es que se lo buscan” a pesar de que saben quién fue el asesino. El caso se cierra sin siquiera haber sido abierto. Dos días después entierran a Jonatan, un mes antes su futuro era abrir una taquería con sus padre y hacer el examen para estudiar en la UNAM.
Hola, Yair, esa vez me cuesta mucho trabajo poner una mejor nota. En primera instancia, si esto fuera una crónica literaria podría ser de 10, pero no es el caso si comenzamos por la redacción, muy descuidada, tal vez tu peor trabajo en ese sentido.
Por otro lado, está el tema del enfoque periodístico. "en Iztapalapa es más común que un joven muera baleado que por COVID". Esta frase es la ideal para tu entrada. ¿Cómo es que está hasta el penúltimo párrafo de un texto un tanto cansino y extenso? No es posible que el tema periodístico venga hasta el penúltimo párrafo. ¿Dónde están los datos duros que lo sustentan?
Respecto a tu redacción, ya mencionaba el descuido que…