Ser comerciante en pandemia, un mundo de contrastes e incertidumbre
- avilescarlos5
- May 11, 2021
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Incertidumbre, miedo, estrés, molestia, son solo algunas de las expresiones que se han hecho presentes en el mundo lleno de contrastes a raíz de la pandemia. La llegada del COVID-19 cambió totalmente la dinámica en la sociedad y su manera de moverse, incluida la economía. No sólo se debe lidiar con el virus, si no también con la falta de trabajo, desempleo e inestabilidad económica.
En los límites de Ciudad Nezahualcóyotl se encuentra el Mercado 6 de abril, inmueble ubicado en Calle 11 sin número y que durante casi medio siglo de existencia a servido a los habitantes de la Colonia Esperanza y alrededores como lugar de abastecimiento de su despensa, entretenimiento y, por supuesto, fuente principal de empleo con sus más de 160 locales con los que cuenta. Seis accesos son los que permiten ingresar al mercado de techo de lámina y andar por sus pasillos de mosaico color blanco, algunos más angostos que otros y que ahora son “adornados” con taches que indican la sana distancia.

Un mercado que siempre se caracterizó por su alta afluencia de clientes, el colorido que mostraba en días festivos y la feria y baile que acompañaba su aniversario cada año. Hoy, poco de eso sobrevive debido al coronavirus y todo lo que este ha generado desde que el país entró en estado de alarma desde el 15 de marzo de 2020. Su interacción con los clientes ahora se ve divida por acrílicos o hule cristal, cosa que nunca se imaginaron hacer. A más de un año del inicio del confinamiento, la forma de moverse y sostenerse para los locatarios del 6 de abril ha dado un giro de 180 grados.
Para enfrentar esta nueva normalidad, el mercado ahora cuenta con una primera línea de defensa en las puertas principales del mismo, las cuales están custodiadas por Armando Alanís y Arturo Cervantes quienes están al tanto de que los clientes ingresen con mascarilla, así como colocarles gel antibacterial. Ambos fueron víctimas del desempleo tras la pandemia y encontraron en este establecimiento una forma de generar ingresos para mantener a sus respectivas familias. Su sueldo varía entre los 250 y 300 pesos diarios, los cuales surgen de la cooperación voluntaria que dan los locatarios. Algunos dan 15 pesos, otros 10, unos cuantos más 5 y hay quien de plano no coopera porque “ya no le sale”.
Aunque su manera de llegar a formar parte de la comunidad comerciante y de convivir en esta ha sido casi igual, el futuro que les depara una vez que ya no se requieran sus servicios en el mercado es demasiado contrastante para ellos. Por un lado, Armando tiene planeado reabrir su negocio de dulce típico en la Merced, el cual el gobierno de la Ciudad de México le obligó a cerrar a inicios de la pandemia; por su parte, Arturo sabe que deberá comenzar a buscar trabajo debido a que su lugar como mecánico en el taller de autos donde laboraba hasta hace un año ya ha sido ocupado por otra persona. Mientras ese momento llega, ambos seguirán arriesgándose para mantener a salvo al mercado y ver que los clientes acaten los lineamientos, aunque muchos se molesten.
El inicio de la pandemia fue caótico y con los comerciantes no fue la excepción. Las ventas por un momento comenzaron a elevarse debido a la psicosis que se vivía en el país, de quienes veían en las noticias que todo estaba escaseando o, como el carnicero Bernardo Martínez piensa: “creían que solo sería cosa de 40 días y por eso compraban para guardarse ese tiempo, cuando ya llevamos más de un año en esto”. De sus 33 años de vida, Berna ha dedicado 8 a trabajar en el mercado y jamás se imaginó vivir una situación así.
Hubo puestos como carnicerías, abarrotes, verdulerías y cremerías que desde el día uno hasta la fecha han podido seguir realizando su trabajo sin parar, aunque eso sí, acatando las medidas se sanidad pertinentes. A pesar de no haber cerrado, las varios e estos comerciantes coinciden en que las ventas han disminuido, para algunos un 40%, para otros incluso el 60, pero aseguran que “por lo menos sale para comer”.
Sin embargo, no todos corrieron con la misma suerte y hubo negocios como cristalerías, zapaterías y perfumerías quienes tuvieron que cerrar durante aproximadamente cuatro meses debido que no ofrecían productos de primera necesidad. Para ellos la situación fue bastante diferente y se vieron obligados a quedarse sin sus ingresos fijos por varias semanas y quienes se renegaban o trataban de abrir a “escondidas”, eran sancionados e incluso clausurados.

Para el secretario del mercado José Luis Cervantes, fue muy difícil convencer a los locatarios de que se tenían que acatar las reglas, ya que no era algo que él estuviera imponiendo, era algo que venía desde el Palacio Municipal y a pesar de que les hacía llegar la circular del Ayuntamiento. Algunos lo sentían un ataque personal, otros más no creían en lo que estaba pasando, que todo era político. La incredulidad era notoria y, por supuesto, nadie quería que no le permitieran trabajar.
Para ver que todo esto se siguiera al pie de la letra, personal del Ayuntamiento realizaba constantes “visitas sorpresas” al mercado. A los locatarios no los tomaban tan desprevenidos pues desde las trincheras, Armando, Arturo o quien estuviera cerca daba el pitazo por el grupo de WhatsApp del mercado para avisar a todos los comerciantes que ya estaban aquí. De inmediato quienes no portaban el cubrebocas se lo colocaban, otros se ponían careta para demostrar que estaban reforzados y otros más avisando a los clientes y pidiendo de favor que usaran cubrebocas y guardaran distancia para evitar ser sancionados.
Presionado, estresado y molesto era todo lo que sentía ‘Josesito’ durante estas visitas en los primeros meses de la pandemia y ante lo que se vivía en otros mercados de Neza, donde hubo quienes no acataban las reglas e inlcuso llegaron a reportar más de 20 decesos en un mes y por ende fueron cerrados por varias semanas.
Para evitar esto en el Mercado 6 de abril, los locatarios hacían limpieza ardua de sus espacios de trabajo por las noches y sanitizaban todo con cloro y pino. Es por ello que José duda que su tesorero y tocayo que falleciera en mayo de 2020 a causa de COVID-19 se haya contagiado en el mercado. “El se contagió en otro lado, se surtía en la Merced y seguramente ahí fue donde lo agarró el virus”. Ese es el argumento de José Luis.
Dentro de los negocios que abrieron durante cuatro meses está Francisco Galván, dueño de una de las dos perfumerías que se encuentran al interior del mercado y que, para él, los primeros dos meses sin abrir su local fueron muy sufridos y una vez que el dinero comenzó a acabarse, tuvo que colocar un letrero con su número de teléfono en su cortina para hacer pedidos y entregas a domicilio. Aún así las ventas no fueron ni han sido las mismas y con todo eso, tuvo que hacer el gasto de colocar cristales y barrotes como protección para él y su familia.
Caso similar al de Alan Fernández, quien trabaja en la segunda perfumería del mercado. Durante los cuatro meses que tuvo que cerrar se vio obligado a hacer únicamente entregas a domicilio, pero no eran suficientes para cubrir sus gastos y durante un tiempo tuvo que trabajar como repartidor de agua para salir adelante. También tuvo que “remodelar” su negocio para tener autorización de abrir y aún así las ventas no mejoraron del todo, sobre todo en épocas como las fiestas patrias, Halloween y Navidad donde, en teoría, son sus ventas fuertes. “Surtí 3 mil pesos en maquillaje para Halloween y me quedaron mil sin vender”, confesó Alan.
La incertidumbre de ser empleado en estos tiempos tan difíciles es muy grande, sobre todo en el negocio del comercio donde prácticamente los trabajos con contrato y prestaciones no existen. Griselda Nieto y Mariana Flores son empleadas en una tienda de abarrotes y pollería respectivamente, ambos negocios del mismo dueño. Las dos sabían que, de seguir las ventas a la baja su trabajo corría riesgo, pero su jefe Jorge siempre fue muy comprensivo y hasta la fecha las ha apoyado bastante a las dos madres de familia.
Un caso un poco contrastante es el que vivió Mauricio López, quien es empleado en la “Carnicería mi Julieta”. El precio de la carne se elevó durante la pandemia y aunado a toda la problemática económica, la venta del producto que ofrece se vio reducida y es por ello que los dueños les redujeron el sueldo a él y el resto de los demás empleados, además de rotarles constantemente días de descanso “para que no se les hiciera tan pesado”.
Dentro del Mercado 6 de abril también es muy común encontrar puestos de comida, juguerías y marisquería, pero lo que no era habitual era verlos rodeados por hule o con mamparas de acrílico en las mesas. La higiene siempre es algo primordial en un negocio de este tipo, pero el miedo que provocó el COVID-19 los ha hecho ser más estrictos en la medidas de salubridad y a tener hábitos que jamás se imaginaron tener como lavar el dinero y la constante sanitización de las mesas una vez que son desocupadas.
María Ojeda era mesera en la “Marisquería Perlita” hasta que los lineamientos por parte del Ayuntamiento Municipal prohibieron tener mesas en los locales, toda la comida debía ser para llevar o entregar a domicilio. Dicha situación la llevó a dejarla sin empleo durante cuatro meses hasta que solicitó permiso en la misma marisquería de usar uno de los locales que usaban como bodega para abrir su propio negocio de comida. En palabras de la propia María, fue “gracias a la pandemia” que pudo emprender su propio negocio para generar los ingresos para los gastos de sus hijos y los de ella.
El mercado comparte terreno con la Primaria Dr. Gustavo Baz Prada y la Secundaria Oficial No. 195 Albert Einstein, además de contar con un Jardín de Niños al interior del propio mercado. Ante esto, los locatarios son conscientes de que “los niños mueven a la economía de los comerciantes” y atribuyen como una de las causas por las que las ventas han disminuido, pues al no haber presencia en las aulas, la afluencia de gente que se concentraba por las mañanas a la hora de entrada y por las tardes en la salida los ha mermado.
Es así como un mercado que siempre se caracterizó por su calidad de atender a sus clientes y verlos salir y entrar en enormes cantidades, hoy es algo totalmente distinto. Épocas como días festivos, fiestas de fin de año y demás que eran días de alegría y ventas elevadas para los locatarios, hoy no existen más. La dinámica ha cambiado en un mundo de contrastes y que se ha llenado de miedo e incertidumbre. El mundo del comercio no está expuesto de esto y es, quizá, el más claro ejemplo a un nivel micro de lo que sucede en el mundo a causa de la pandemia.
Hola, Carlos, en este texto haces un esfuerzo enorme y valioso por contar distintas aristas de las problemáticas que enfrenta el mercado a través de una crónica. Hay varios errores en la redacción, pero creo que lo que pudo haber ayudado mucho a tu crónica es tener párrafos más cortos, porque de manera global tu crónica es un poco extensa.
A continuación, te comparto los errores en tu redacción:
"son solo algunas": Falta tilde.
"la falta de trabajo, desempleo": Suena repetitivo.
"a servido a los habitantes": "Ha" sin h.
" y la feria y baile que acompañaba su aniversario cada año": la feria y el baile que acompañaban su aniversario cada año.
"ha dado un giro de 180 grados": No…