Un día con sabor a pan de muerto
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- Apr 20, 2021
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Vía: Israel Wong/ YouTube
Por: Carlos Martínez Hernández
Es 31 de octubre, son las 6 de la mañana y el sol empieza a iluminar las casas de San Pablo Tecalco, un pueblo vivo por sus tradiciones al nororiente del Estado de México en el municipio de Tecámac. Es temprano, pero para los habitantes de este pueblo es necesario empezar ya a preparar lo que más tarde se convertirá en una fiesta que tendrá como actividad principal hacer un tributo en forma de “pan de muerto” a los que ya no están.
Este es el último día de preparación pues el pan debe estar listo antes del 1er y 2do día de noviembre cuando en la noche de Todos los Santos según la creencia del pueblo, los fallecidos “regresan a visitarnos y se llevan el aroma de nuestra ofrenda y el aroma del pan”.
Aunque el pueblo tiene otras fechas importantes para celebrar como su fiesta patronal a finales de enero donde hay ceremonias religiosas, feria, bailes y corridas de toros, el 31 de octubre tiene un sabor diferente. Pese a la alegría que les causa a las familias reunirse, es probable que uno de sus integrantes ya no esté con ellos y sea esta vez la razón para poner el pan de muerto en la ofrenda, se tendrá presente eso durante todo el día y la noche.
Con ello, el día empieza con el clima frío del amanecer pero que va disminuyendo cuando se enciende la leña seca para hacer fuego y calentar el horno de piedra, eso tardará un par de horas así que es mejor hacerlo temprano. Mientras eso sucede, las mujeres de la casa están preparando el desayuno, se tiene planeada la visita de toda la familia así que la comida no debe escasear.
La familia llega cuando el café y los tamales están calientes. Las manos no llegan vacías, unos llegan con cervezas o tequila y otros con la carne que será la comida del día, pero más importante, llegan con los ingredientes necesarios para elaborar el pan de muerto. Mantequilla, huevo, harina, levadura, canela y unos ingredientes secretos que varían en cada familia para darle un sabor particular, eso hace especial la elaboración del pan en el pueblo que nunca va a saber igual entre diferentes familias.
Cuando termina el desayuno, empieza el proceso donde todos ayudan a todos para hacer el pan que después de dividirá entre todos, el número de personas varía en cada familia, pero en promedio participan entre 10 a 15 personas. Hasta donde se sabe, han sido 6 generaciones en el pueblo las que han continuado con esta tradición, desde abuelos hasta nietos, los hermanos mayores y los hermanos menores, el conocimiento va pasando de voz a voz y por ello la receta se va modificando con los años, pero el producto final y el propósito es el mismo.
Es medio día, el sol ya coopera con el calor del horno y crea un ambiente propicio para abrir las primeras cervezas del día. Se escuchan canciones de mariachi y banda mientras los adultos hablan casi sobre cualquier cosa. Los más pequeños de la familia juegan en el jardín, los perros duermen en la sombra del árbol y el horno empieza a cocinar las primeras rondas de pan, algunos ya lo están probando.
Con la cooperación de todos, la elaboración es más rápida. Unos mezclan los ingredientes, otros hacen la forma del pan y otros los acomodan dentro del horno donde estarán listos en una hora. En un solo día se pueden convertir hasta 200 kilogramos de masa en pan, esto depende de cada familia y del tamaño de su horno, pero el proceso es suficientemente rápido para que todos tengan en su casa una buena cantidad de pan para disfrutarlo las siguientes 3 semanas.
Cuando ya salió del horno la mayoría del pan que se hará en el día, es la hora de comer. En este punto, el alcohol ya parece hacer efectos en algunos miembros de la familia, el cansancio es mayor pero la comida es un momento para descansar y probar la comida de la abuela. Es una oportunidad para estar y reír con la familia lo que no se ha reído el resto del año.
Finalmente, el atardecer empieza a caer y con ello el fuego en el horno también. El pan está listo para colocarse en la ofrenda junto con fruta, alcohol, la fotografía y la comida preferida del difunto. Lo que le resta por hacer a la gente es ir al panteón del pueblo, escuchar la ceremonia religiosa mientras pintan las tumbas de color naranja con las flores de cempasúchil y probar su pan de muerto con una taza de café.
Cuida los signos de puntuación, pero más la coma (,), porque su mal uso entorpece el ritmo del texto.
Es un buen tema, pero la historia es muy general, no cuentas el porqué es importante para una familia en específico, por lo tanto la crónica resulta un poco genérica.
CALIFICACIÓN: 8.5