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Tranquilidad en una segunda dosis: El proceso de vacunación en la alcaldía Iztapalapa

  • Writer: Ximena Bravo
    Ximena Bravo
  • May 7, 2021
  • 4 min read

Entre cantos, felicitaciones, globos y sonrisas por parte de los trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México, es como la población más vulnerable de la alcaldía Iztapalapa culmina su proceso de vacunación con la segunda dosis de la vacuna rusa Sputnik-V, en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México (FES Zaragoza, UNAM), ubicada al Oriente de la ciudad.


Foto: EL UNIVERSAL


Tras tres meses de espera, por fin los adultos mayores de 60 años de una de las alcaldías con mayor densidad poblacional con 1 millón 838 mil 486 habitantes, han tenido la posibilidad de aplicarse la vacuna contra la COVID-19 y disminuir, de esta manera, el riesgo de contagio, enfermedad o muerte resultado del virus que ha cobrado la vida de al menos 6 mil 470 personas en esta alcaldía, posicionándola como el primer lugar de muertes en la Ciudad de México.

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El centro de vacunación ubicado en la FES Zaragoza abrió sus puertas una vez más por la mañana, centenares de médicos, enfermeras y enfermeros, estudiantes del área de ciencias de la salud de la UNAM, miembros de la Secretaría de Marina y personal de la Ciudad de México se prepararon para comenzar con una larga jornada, en la que se vacunarían alrededor de 212 mil 368 adultos mayores, distribuidos en esta y 6 cedes más de la alcaldía.


La Facultad de Estudios Superiores volvió a la vida, tras al más de un año de suspender sus labores académicas, las rejas amarillas que abarcan aproximadamente 55 mil 120 metros abrieron sus puertas y decenas de carros ocuparon sus alrededores. Hombres y mujeres de todas las edades quienes prestan sus servicios a la CDMX estaban por toda la FES, era fácil distinguirlos, todos y cada uno portaban característicos chalecos verdes, quienes ayudaban a los adultos mayores a localizar el acceso al área de vacunación y quienes incluso, llevaban a cada persona que necesitara una silla de ruedas hasta el punto en que se les aplicaría la dosis, acompañándolos en todo momento.


Las personas de la tercera edad eran acompañados en su mayoría por sus familias, algunos iban del brazo con sus hijos, otros riendo con sus pequeños nietos o algunos otros por cuenta propia, cada uno decididos a ponerse la dosis que les daría un poco más de tranquilidad a sus vidas. Todos entraban, ya sea solos o acompañados, por el estacionamiento del recinto académico en el que frente a él se podía ver el Museo Cabeza de Juárez, representado como su nombre lo dice, con el rostro del Benemérito de las Américas, quien como todos los presentes en el centro de vacunación, portaba un enorme cubrebocas.


Una vez dentro, pasaban por varios filtros, primero en el que se revisaban los documentos e identificación de cada persona, tales como el comprobante de vacunación de la primera dosis y una identificación oficial, posteriormente la toma de temperatura y aplicación de gel antibacterial. A las personas que acompañaban a sus familiares, amigos o conocidos se les otorgaba un pequeño gafete morado con letras grandes que decía: acompañante. En el cuarto filtro se hacía la toma de datos de la persona a quien se le aplicaría la dosis, las preguntas principales eran si el paciente tenía hipertensión o diabetes, todo esto en largas filas agrupadas de 15 en 15 personas que mantenían una sana distancia.


Bajo dos grandes carpas blancas de aproximadamente 10 metros que cubrían la totalidad del estacionamiento, se encontraban las mesas en que serían aplicadas las dosis del biológico contra la COVID-19.


La doctora Diana Trinidad, una de las 24 miembros del personal médico autorizado para suministrar las dosis de la vacuna en esta sede, recibía a cada paciente con una sonrisa que podría distinguirse bajo su cubrebocas blanco y acompañada de las siguientes palabras: “Buenos días, mi nombre es Diana, soy la doctora que le aplicara las segunda dosis de su vacuna Sputnik-V”, decía mientras sacaba un pequeño frasco de aproximadamente 6 cm con una franja roja proveniente de una hielera del mismo color, “Le muestro la vacuna que le será aplicada, aquí está el frasco lleno, rompemos, esta es la jeringa con la que se le aplicara la dosis, saco aire”, continuó para después aplicar, “Le muestro que la jeringa está completamente vacía, puede pasar al área de observación, que tenga un gran día”, finalizaba con cada adulto mayor.


Apenas medio metro después de esta estación, se encontraban filas con adultos en sillas de ruedas y otros más sentados en sillas de plástico negras, quienes se encontraban en el área de observación y escuchaban atentamente las indicaciones del Doctor Eduardo, a quien podía calcularse la edad de entre 25 y 30 años bajo el cubrebocas blanco con un pompón amarillo pegado a este, quien mediante un megáfono blanco con rojo daba indicaciones de los posibles efectos secundarios de la vacuna: fiebre, dolor de cabeza, vómito y mareos. Con su bata blanca se acercaba a cada uno de los 15 adultos de cabello blanco que esperaban terminar el tiempo de observación, resolvía sus dudas o preguntaba cómo se sentían. Durante los 30 minutos de espera, las personas que se encontraban ahí observaban la dinámica de la vacunación, la agilidad y amabilidad de todo el personal de este proceso, y cómo miembros de la Marina con sus uniformes azules custodiaban el lugar, quienes además también llevaban y traían las vacunas en pequeñas hieleras a cada mesa en que se aplicaban.


En la fase final, en otra de las entradas y salidas del estacionamiento esperaban trabajadores del gobierno de la CDMX, bajo una carpa de color rojo, acompañados de globos y música que resonaba por todo el lugar, felicitando y dando buenos deseos a cada uno de los adultos mayores que habían acudido al lugar por su segunda dosis contra la COVID-19. Los adultos agradecían y saludaban al personal, enfrente de esta salida familiares, amigos y conocidos esperaban a los que, al menos por un buen tiempo, no tendrían más preocupaciones que disfrutar de la vida. No sin antes recordarles que, la vacuna no garantizaba la inmunidad, sino una reacción menor al virus, un virus que, hasta no ser estudiado, controlado y derrotado, nadie en Iztapalapa o el resto del mundo estará totalmente a salvo por el riesgo de contagiarse.


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1 Comment


Mario Becerril
Mario Becerril
May 23, 2021

Hola, Ximena, creo que elegiste un gran evento para tu crónica. Es notable tu progreso en la descripción y en el hilo conductor del texto, lo que me sigue preocupando es que aún no logras encontrar la forma de cortar tus párrafos para no hacerlos tan extensos.

Por otro lado, también hubo un problema con la concordancia de tus oraciones. A continuación, te comparto los errores que encontré en tu redacción:


  1. "6 cedes más de la alcaldía": seis, va con letra.

  2. "tras al más de un año": Ojo con los dedazos.

  3. "Hombres y mujeres de todas las edades () quienes prestan sus servicios a la CDMX () estaban": Faltan comas.

  4. "chalecos verdes, quienes ayudaban": ¿Los chalecos ayudaban? No, yo habría…


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