Pulmón de Morelos en llamas

Marina Coloapa

El calor es extremo, sofocarse ante el humo que hay es inevitable, el miedo y cansancio consume por completo a los brigadistas que se encuentran en medio del incendio, tratando de apaciguar las llamas que los rodean y encierran. Los animales intentan escapar de las llamas por su cuenta, muchos,fracasando en el intento. Uno de los principales pulmones de Morelos está ardiendo en llamas y no hay manera de apagarlo pronto.

A punto de terminar la semana, en la noche del Domingo las primeras llamas, que se decían estar controladas, aparecían en el paraje de Malinalapa. Solo bastó una noche, para que las primeras llamas se extendieran y convirtieran en un pequeño incendio: La madrugada del lunes, el humo ya rodeaba Santo Domingo Ocotitlán, pero la ayuda aún no llegaba. Unas horas después el pequeño incendio ya había crecido, el control que decían tener ya había desaparecido.

Los primeros en salir a apoyar fueron brigadistas de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONAMP), La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), y algunas organizaciones locales. Todos con la esperanza de poder ayudar, misma que se veía insignificante ante el terreno escarpado y el viento que acrece las llamas. El incendio continuó propagándose todo el lunes al igual que las llamadas de auxilio en redes sociales.

Ocotitlán, Ameztitla, Achichipico, El Dado, y el emblemático árbol amarillo, El Ámate, ya habían sido rodeados por las llamas. Los vientos alcanzaron velocidades de hasta 35 kilómetros por hora, solo prendieron de nuevo lo apagado por los centenares de brigadistas y lo extendieron hasta San Juan Tlacotenco y Oztopulco: el otro lado del Tepozteco. Algunas familias ya habían desalojado por temor, otras observaban aterradas. “Allá arriba se siente el miedo” se escuchaba decir a la operativa y administrativa de Protección Civil.

El martes, 234 hectáreas se reportaban como perdidas, mismas que no paraban de aumentar. 257 combatientes se encontraban tratando de parar el incendio, las condiciones topográficas, haciendo su labor más complicada. A mitad del día, dos helicópteros ya se encontraban volando sobre el incendio, apoyando a los brigadistas en su labor de apaciguar las llamas. El martes por la noche apenas se había contenido un 50% del incendio.

220.000 litros de agua y muchos grupos de voluntarios fueron necesarios para evitar que las llamas y los materiales orgánicos quemados se abrieran paso por el cerro. Menos de 24 horas después apenas se veían algunas humaredas en las zonas montañosas más alejadas. Después de tres días llueve toda una noche, ayudando a extinguir el incendio. La esperanza de todos los habitantes de Tepoztlán, brigadistas, y expertos que se hayan en el lugar aumenta.

Para el jueves se reporta un 100% de control y 90% de liquidación del fuego. 350 hectáreas del Parque Nacional el Tepozteco, en escala cinco estadios azteca, fueron consumidas por el fuego en solo cuatro días, no hubo pérdidas humanas, ni daños materiales, pero la pérdida para la naturaleza es gigantesca.

Lo que lucía verde, ya luce negro, está calcinado. Protección Civil ha atribuido el fuego a la sequía, misma que ha afectado a más del 80% del territorio del país en los últimos días. En todo México hay casi setenta incendios forestales simultáneos, el de Tepoztlán ha sido uno de los cinco más extensos, uno de los principales pulmones de Morelos se quemó.