top of page

La Semana Santa, antes un paraíso, ahora una condena de muerte.

  • floresmtzjazz
  • Apr 15, 2021
  • 3 min read

Desde que el mundo tuvo que cambiar su ritmo de vida gracias a la pandemia que ocasionó el virus COVID-19, las vacaciones que antes eran un descanso de los largos días del trabajo y el estrés de tantos meses de rutina eran un descanso de todo, algo que se anhelaba con ansias. Ahora, el salir de tu casa a irse a una playa para poder relajarse puede llegar a ser la causa de muerte de miles de personas, pues los brotes de contagio se elevan y muchas de las personas que salen en vacaciones de pandemia, no volverán a hacerlo...


Antes del covid, las vacaciones de semana santa eran sumamente esperadas en la familia, cada año mi familia y yo teníamos programado visitar el pequeño poblado de Ixtapan del Oro, donde mi abuela materna es oriunda. Veríamos representado con sentimientos de reflexión y culpa el viacrucis del Nazareno, así como la algarabía del poblado, la vendimia de antojitos mexicanos, de nieve artesanal, las peleas de gallos y la música tradicional mexicano, donde bailábamos hasta el anochecer.


Recuerdo el peregrinar de las tres caídas acompañada de rezos del séquito de señoras llorando detrás del sacerdote del pueblo. Donde nos decía que nos arrepintamos de nuestros pecados, para salvar nuestras almas de la obscuridad del mundo, siempre se me hizo muy extremo su rezo, si de verdad eso hubiera salvado el alma de esas señoras, tal vez aún estarìan vivas, pues curiosamente, esta semana santa, aquéllas 5 mujeres que siempre veía juntas murieron todas de la misma enfermedad, todas en menos de 3 meses.


Este año, todas estas actividades y gozos fueron interrumpidos por una emergencia sanitaria otra vez, nos sumergimos en una gran reflexión sobre la importancia de sacrificar nuestras expectativas de distracción y recuerdos ante la responsabilidad de mantenernos en casa para resguardo y seguridad de nuestras familias y sociedad, tuvimos que sacrificar otra vez las vacaciones para poder garantizar un futuro donde haya más probabilidad de que toda nuestra familia permanezca con vida.


En el año 2021 donde las muertes relacionadas por COVID-19 rebasaron las 200 mil hacen que el miedo a morir se intensifique dentro de las familias, que ven muy lejos los recuerdos del disfrute de las vacaciones de Semana Santa y ahora tenemos más presentes las noticias cercanas relacionadas a amistades o familiares de ellas que sucumbieron ante la pandemia.


El jueves Santo desperté temprano con la intención de hacer ayuno y darle seguimiento a través de los medios de comunicación de la representación del vía cruz. Nunca tengo la misma sensación que vivirlo en presencia y es aquí donde debemos enfocar el lado positivo de la situación; por un lado agradecer la posición en que me encuentro en tener salud y acceso a la tecnología cosas que normalmente daba por hecho.


Mi madre, comentaba que este año el sentimiento de solidaridad de una muerte que salva a toda la humanidad debiera ser observado por todas aquellas personas que no cumplen con los protocolos sanitarios, que culpan al gobierno o a sus instancias de la situación de salud pública.


El observar que la mayoría de las personas que asistieron a las playas no están conscientes de los altos riesgos y falta de observancias de las acciones internacionales de cerrar fronteras por la tercera ola de contagios, fue sumamente decepcionante, pero a la vez, alarmante. Esos vacacionistas puede que tengan ya su boleto hacia la muerte, sin embargo, también, estos vacacionistas pueden contagiar a personas que se cuidaron, personas que si sacrificaron sus vacaciones y que ahora, esto puede ser en vano.


El Viernes Santo justo desayunaba cuando una sirena cerca del domicilio venía por un paciente grave de COVID-19 , enfermeros cubiertos de pies a cabeza lo trasladaron en ambulancia, nos enteramos que era un hospital COVID porque amablemente la vecina nos avisó, aunque con lágrimas en los ojos, rezando que su marido sobreviviera. Ahora esa era la nueva fe, la nueva esperanza de un mundo mejor ya no radica en que se acabara la violencia o que llegara el dinero a las personas, sino que ahora se rezaba por sobrevivir a un virus, por no morir en una camilla de hospital con un tubo para poder respirar.


El Sábado de Gloria no fué menos lamentable ya que había proselitismo político de sanitización de unidades habitacionales, mercados y calles recordandome que un tema puede llegar a ser utilizado y manipulado por todos los aspectos sociales para sacar beneficio, como buitres que se comen lo ultimo que queda del cadáver de un animal… ya deseaba que llegara el Domingo de Resurrección para sentir que hay esperanza después de todo proceso doloroso.



Recent Posts

See All
Dos balazos y adiós al futuro

Yair Cardiel. Se escucha una moto acercarse, después, cinco disparos, nuevamente se escucha la motocicleta esta vez alejándose. Un grito...

 
 
 

コメント


© 2021 por Report UNAM 

bottom of page