El día que la Ciudad de México amaneció de blanco
- Alberto Lechuga
- Apr 16, 2021
- 3 min read
Updated: Apr 17, 2021
Alberto Figueroa

Un viento frío se paseaba por las calles del centro de la Ciudad de México, tapizando de blanco las aceras, avenidas, coches y el techo de las casas. Del cielo caían pequeños copos que parecían salidos de alguna película de Hollywood, y que servían de municiones para aquellos que desde su trinchera, lanzaban bolas de nieve a sus amigos y enemigos. La ciudad vivía la emoción de un fenómeno pocas veces experimentado.
Fue durante la madrugada del 11 de enero del año 1967, alrededor de la 1:30 A.M., cuando la Ciudad de México recibía los primeros indicios de la visita de la nieve, pues a dicha hora, ya se presentaba una temperatura de 4 grados bajo cero. Se trató de la tercera nevada de la cual se tiene registro en la Ciudad de México, que después de las de 1907 y 1920, sería la última que presenciarían los monumentos de la ciudad.
“Eran como las 7 de la mañana y ya estaba el cerro subido ahí”, dice Ausencio, un habitante de la Ciudad de México en la década de los 60´s. Él, como muchos otros, despertó aquel 11 de enero con la sorpresa de que detrás de su ventana encontraría montañas blancas como el paisaje que fotografiaba su memoria por ser algo nunca antes visto.
La nieve alcanzaba los cinco centímetros de espesor en el Zócalo capitalino, el Bosque de Chapultepec y la Alameda central. El Ángel de la Independencia fue rodeado por montones de nieve que eran más admirados que el propio monumento. “La casa de ustedes está en la colonia Cuauhtémoc; y el parque está junto a una iglesia, ahí se veía blanco, blanco, blanco. Y Reforma, se veía espectacular”, comentó María Cristina, recordando la primera y única vez que vio una nevada.

Niños, jóvenes y adultos salieron a las calles a disfrutar de la nevada. Copiando las tradiciones extranjeras, a las que hasta ese momento sólo podían acceder a través de la televisión, se hicieron guerras de bolas de nieve y muñecos de nieve que se construían encima de los autos. “Fue una experiencia bonita. Salimos a jugar con la nieve y hacíamos bolitas para aventarlas”, dice Rosa María, habitante de la Ciudad de México durante la nevada de 1967.
Pero la felicidad que llevaba consigo la nevada no fue la misma para todos los habitantes del centro del país. En las carreteras de Toluca, Puebla y Cuernavaca, más de 1,200 autos quedaron atrapados alrededor de la misma nieve con la que otros jugaban, y se registraron fallas en el servicio de electricidad, aunque no importó mucho, porque la gente se divertía en las calles.
Las zonas más afectadas del centro del país fueron las localidades de La Cima y Parres en el Ajusco, en donde la nieve alcanzó los 60 centímetros de altura. Ahí lo importante no fue construir grandes muñecos de nieve o ganar una guerra de bolas de nieve, sino retirar esos cerros blancos y fríos que impedían a la gente salir de sus casas.
La Ciudad de México nunca ha vuelto a ser visitada por el frío viento que anuncia la llegada de la nieve, no ha vuelto a ser tapizada de color blanco ni mucho menos se ha vuelto a apreciar una guerra en la que el principal cargamento sean esos delicados copos que inundaron a la Ciudad de México el 11 de Enero de 1967. Sin embargo, es un hecho que quedará en la memoria de muchos capitalinos.
Alberto,
Excelente entrada, poderosa, llamativa.
"montañas blancas como el paisaje que fotografiaba su memoria por ser algo nunca antes visto." ESTA FRASE NO TIENE PUNCH, A DIFERENCIA DE TU ENTRADA Y CONFUNDE MÁS. EVIDENTEMENTE, POR LA FORMA EN LA QUE ESTÁ ESCRITA.
"no ha vuelto a ser tapizada de color blanco (,) ni mucho menos se ha vuelto a apreciar una guerra en la que el principal cargamento sean esos delicados copos (,) que inundaron a la Ciudad de México el 11 de Enero de 1967. Sin embargo, es un hecho que quedará en la memoria de muchos capitalinos."
LA FRASE FINAL ESTÁ MUY ESCUETA, PUDISTE JUGAR MÁS CON METÁFORAS O ANALOGÍAS DE LA DIVERSIÓN Y LA VIDA. ASÍ COMO…