Atentado en Manchester: De la música al dolor
- Alan Chaim Nájera Jaimes
- Apr 16, 2021
- 3 min read
Tras un concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande en Manchester, un ataque suicida provocó la muerte de 22 personas y más de 50 heridos.

Por Alan Nájera
22 de mayo 2017. Cientos de personas están corriendo afuera del Manchester Arena, lloran ayuda, nadie sabe qué pasa. Hay muertos, las fugaces voces de quienes lograron salir lo confirman, ¿pero por qué? Hubo un estruendo que alertó a los alrededores. Policías, familiares y vecinos tratan de entender qué sucede. No saben aún que en el recinto del Reino Unido ocurrieron dos cosas: Ariana Grande lo dio todo en el escenario, y una bomba estalló en el pabellón exterior a los asientos del público.
Grande terminaba su presentación, las luces del concierto se prendían y los asistentes, en trance aún por el concierto, dejaban en sus butacas la emoción consumada cuando, a las 22:30, un sonido en seco los inquietó. Ya no era parte del show. Hubo una explosión en una de las salidas hacia la estación del metro. “¿Qué fue eso?” se preguntó la mayoría, quienes sin resolver su duda, segundos después corrían desesperados por encontrar una salida.
Salman Abedi, 22 años, británico de origen libio. Temperamental, introvertido, estudiante. Cargaba una mochila azul que contenía más que un instinto suicida, tenía una bomba fabricada por él mismo. La metralla, dispuesta a provocar el mayor daño posible, volaría clavos y piezas de metal hacia todo aquel que estuviera cerca. Una batería potente y un control a distancia eran la garantía de Abedi para provocar el mayor atentado en Reino Unido desde 2005, cuando un grupo de Kamikazes causó 52 muertos, y 700 heridos en el metro y un autobús de Londres.
Aproximadamente 18 mil personas intentaban huir en estampida en el interior del lugar. Sin saber a dónde ir ni por qué, simplemente se alejaban lo más posible del pabellón. “Vi a la gente correr y fue instintivo correr", dice Sebastián Díaz, estudiante universitario de 19 años “Terminamos en un pasillo, en un callejón sin salida. Fue aterrador.”
Del lado contrario al pabellón, cerca de las puertas de salida, Rachel, de Barnsley y su hija de 14 años estaban caminando para salir cuando, tras la explosión, vieron la ola de personas intentando escapar. Cuerpos caían, y si no los había matado la explosión, lo harían quienes pasaban sobre ellos. "Agarré a mi hija y salimos corriendo. Había gente aplastada en el suelo", explicó Rachel con su pequeña a un lado. Tristemente no fue la única menor que asistió al concierto.
En el lugar, había niñas, adolescentes, tías, madres y abuelos. Algunos formaron parte de las 22 personas fallecidas entre el momento de la explosión y los días siguientes: Georgina Callander, 18 años; Saffie Roussos, 8 años; John Atkinson, de 28, son algunas de las víctimas fatales. Clavos y tuercas caían como balas al público, 59 heridos, 12 menores de edad. Pedazos de metal se veían incrustados en las piernas de las personas, en su espalda o en su cabeza.
Gritos, llanto, desesperación sonaban como sirenas para las personas que en vez de huir, se dispusieron a ayudar, Stephen Jones y Chris Parker fueron algunos quienes, a pesar de estar en situación de calle, auxiliaron a todo a quien pudieron, sin embargo, su compasión trajo consigo consecuencias: "Son los gritos lo que no consigo olvidar y también el olor [...] sentía el olor de la carne chamuscada", detalló Parker. Jones contó que los cuerpos sin vida de los niños en el suelo y las madres conmocionadas a su lado, le impiden dormir.
La policía y servicios médicos llegaron en minutos al recinto. Armados, entraron al Manchester Arena. Stephanie Hill y su hija, con el miedo a flor de piel, no sabían lo que pasaba, “pensamos ‘Dios mío, nos van a disparar’. […] Corrimos, corrimos y nos escondimos bajo un puente durante unos 40 minutos", detallan. No fue así, los policías hicieron la investigación necesaria y sacaron a las personas que permanecían dentro. Volvieron a respirar, el sofoco quedaba atrás donde una vez estuvo su ilusión. Para algunos, terminaba la pesadilla.
Dos semanas después la música volvió, no para festejar, sino para conmemorar. Ariana Grande dio un concierto homenaje a las víctimas, 50 mil personas asistieron, 10 mil de ellas sobrevivientes al ataque suicida de Salman Abedi y su hermano mayor,Hashem Abedi (condenado a cadena perpetua), presuntamente reivindicado por el Estado Islámico. Manchester y su arena siguen de pie, funcionando, sin embargo, los eventos de aquel día seguirán presentes en la memoria de una ciudad que no parecía ser más que música y fútbol.
Alan, me parece que hay muy pocos detalles a corregir y aunque a veces me pierdo un poco con tu narrativa, me parece que paso a paso vas consolidando un estilo. Esto lo digo porque al final logras transmitir tanto el hecho como las sensaciones que giran en torno a tu crónica. Hasta el día de hoy no tengo idea de si lees estas recomendaciones o si las tomas o no en cuenta; tal vez no me he percatado pero espero te sean útiles, porque sólo veo como principal problema la puntuación que hay en tus textos. Mejor cada vez, sí, pero con algunos errores que me parecen recurrentes en ocasiones. 1. "22 de mayo 2017. Cientos de personas están corriendo afuera…